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Samantha Soriano

la búsqueda de su camino en Utah

Le guste o no, Samantha Soriano es una pionera. Esta joven de 21 años abandonó una exitosa carrera como ciclista de BMX y se mudó a Virgin, Utah, para perseguir un sueño de la infancia: el ciclismo de montaña, estilo libre.

Demos un paseo fuera de pista y veamos cómo esta “abuela glorificada” (¡según sus propias palabras!) inspira a una nueva generación de mujeres jóvenes a seguir sus pasos.

 

Cada día, una nueva aventura

Para ser una ciclista de montaña profesional especializada en estilo libre, Samantha Soriano sigue una rutina que es cualquier cosa menos libre.

Se levanta a eso de las 9 de la mañana y, tras tomar el desayuno “gourmet” que le prepara su pareja, sale a dar una vuelta o hace ejercicio en el gimnasio, excepto en su único día libre en la semana. Se organizó de esta manera porque, según dice, “cuantos más días de ciclismo, más agotamiento”.

Desde que tiene memoria, correr ha sido parte de su vida. “Empecé a correr en BMX a los 4 años”, recuerda. “En ese momento, quería ser campeona de BMX e ir a los Juegos Olímpicos. Era mi plan de carrera”.

El tema es que los planes, como las personas, cambian con el tiempo. “Pasé de una carrera profesional a otra varias veces”, dice Samantha. “Pero al final, me quedé con el freeride”.

Con esa elección, casi sin quererlo, se convirtió en pionera.


El largo camino hacia el descubrimiento personal

El viaje en bicicleta de Samantha comenzó de casualidad. Su padre, que es oncólogo, una vez pasó por un sendero de BMX cuando iba a trabajar. Por alguna razón, ese sendero le causó tal impresión que decidió que quería que sus hijos anduvieran en BMX.

Las carreras de BMX se transformaron en escapadas de ciclismo de montaña, pero no fue hasta 2019 que Samantha comenzó a recorrer el camino del freeriding. Afirma haber “odiado cada minuto” del Campeonato Mundial de ese año. Sentía que salirse de la pista era lo natural.

No tardó en entender la clave del deporte. “Hay que ser creativo y aventurero”, explica. “En cuanto impones una estructura, te metes en problemas”.

Cada vez que se sube a la bicicleta, Samantha ayuda a transformar la trayectoria profesional que se impone a los ciclistas: el destino de convertirse en corredores. Se enorgullece de decir que está “iniciando una cadena de eventos para inspirar a las mujeres jóvenes y los niños a elegir el ciclismo”.

Samantha no se toma esa responsabilidad a la ligera. “Creo que soy demasiado joven para ser pionera en algo”, dice. “Ir abriendo camino tiene sus cosas buenas y malas. Lo hago, pero cometo un millón de errores”.

Confiar en el proceso es la clave.

 

 

Disfrutar el proceso

Para aprender el deporte, Samantha dejó su hogar en Colorado y se mudó a Utah. “La aventura y lo desconocido van de la mano, así que hay que animarse a lo desconocido”, dice. “Irme de casa fue una forma de progresar más allá de mi carrera profesional y crecer personalmente”.

Para empezar, se planteó objetivos. Según cuenta: “Me cuesta establecer objetivos porque crean expectativas en mi mente y, si no las cumplo, para mí es el fin del mundo. Pero si lo hago y no tengo más metas que alcanzar, ¿entonces qué?”.

En este deporte, el éxito no llega de la noche a la mañana: tienes que trabajar para lograr tus metas y disfrutar el proceso que te lleva a alcanzarlas. Ella cree que todos los ciclistas disfrutan creando su propio salto y haciendo su propio camino, siempre en busca de lo desconocido.

 

Nunca sabes dónde vivirás las mejores historias

A Samantha también le gusta la aventura todoterreno y, siempre que puede, explora qué hay más allá del pavimento. “Realmente no sabes adónde te llevará”, dice. “Es la aventura más cruda en la que te puedes embarcar”.

Por eso le atrae “todo lo que no esté planificado”. Cuando dejas atrás el pavimento, según Samantha, “no siempre sabes con qué te encontrarás”. Eso es lo que lo hace divertido.

“Hay una versión de ti que le muestras al mundo”, reflexiona Samantha desde una perspectiva filosófica. La conducción todoterreno es más que eso. “Es lo que los demás no ven”.

 

 

Validar la vulnerabilidad

Lo máximo en diversión y aventura

En Can-Am, Samantha ha encontrado una marca con la que se identifica. “Elegí Can-Am porque sentí que era para mí”, dice. “Es como una familia, como una comunidad. Como alguien que dejó su lugar, quería trabajar con una marca que me diera un sentido de pertenencia”.

Para los amantes del todoterreno como Samantha, conducir los vehículos Can-Am es liberador. “Anduve más en el Can-Am Commander que en mi propio auto”, asegura.

¿Por qué? “Porque me divierte más”, responde. “Can-Am va de la mano con mi sentido de la aventura”.

Explica lo que más le gusta: “Vivir estas nuevas aventuras es una experiencia entretenida y enriquecedora. Esta es otra fuente de diversión”.

Como le preocupa sobreexigirse, Samantha siempre está buscando fuentes de adrenalina que no impliquen andar en bicicleta. Eso lo encontró a bordo del Can-Am Commander, que la “divierte y la hace reír como nada”.

Y lo dice con una gran sonrisa.

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