Caribe United Farm

agricultura con un toque especial

De vivir en el Caribe a vivir el sueño americano

En los últimos tres años, Gabriel y Tamita han apostado todo en Caribe United Farm, su negocio agrícola familiar en la zona rural de Georgia. La pareja de esposos migró a los Estados Unidos, Gabriel, desde Puerto Rico y Tamita, desde de Jamaica, trayendo consigo su talento y herencia caribeños que les valieron un lugar destacado en la industria.

Acompáñanos a conocer la historia de esfuerzo y dedicación de estos dos agricultores que encaran la vida sin preocupaciones.

Un poquito de Jamaica en Georgia

En la historia de Gabriel y Tamita, la gallina fue primero que el huevo.

Se mudaron a Crawford, Georgia, y un día, Tamita compró una gallina en el mercado local. “Esa fue la semilla de un floreciente negocio”, explica.

Tamita es oriunda de la parroquia de Santa Isabel, conocida como “el granero de Jamaica”. “Mis padres son agricultores. Crecí en una granja”, dice. “Sabía que quería cultivar mis propios alimentos y replicar lo que tenía en Jamaica”.

Para Gabriel, la llamada de la naturaleza llegó después de algunos años de trabajo de oficina. Pronto comenzó a anhelar “la oportunidad de estar al aire libre y de trabajar afuera”.

La encontró en Caribe United Farm.

Cultiva lo que comes y come lo que cultivas

Gabriel y Tamita se van a dormir a las 8 p. m. y es totalmente lógico: se levantan a las 5 a. m. todos los días para compaginar un gran número de responsabilidades. Como copropietarios de una pequeña empresa agrícola, no tienen otra opción.

En su granja familiar de cinco acres, crían aves de corral orgánicas a pastura y producen huevos frescos. La pareja se encarga de alimentar a los animales, cuidar la tierra y administrar la comercialización, entre otras tareas.

Tienen una agenda apretada y el ritmo de sus días es exigente. Nunca se toman tiempo libre y poco les queda para hacer otras cosas.

Sin embargo, no cambiarían nada.

Sus raíces afloran en todo lo que hacen. “Ofrecemos una experiencia diferente, con energía innovadora y un estilo propio”, dice Tamita. “Le damos sabor caribeño a la industria”.

Como un libro abierto

Gabriel y Tamita están agradecidos por lo que Georgia les ha brindado. “Venimos de países donde las oportunidades no abundan”, explica Gabriel. “Allí la mayoría trabaja para alguien, ya sea el Gobierno o una empresa privada. Yo quería tener algo propio”.

No por ser un cliché deja de ser cierto: Caribe United Farm es su versión del sueño americano. Gabriel cree que “aquí tienes la oportunidad de crear tu propia empresa. Si verdaderamente eres bueno en lo que haces, te puede ir muy bien”.

Hasta aquí todo va bien. Gabriel y Tamita venden sus productos en el mercado local y dicen que la respuesta de la gente ha sido positiva. “Tienes que convencer a la gente para que invierta en ti y en tu empresa”, dice Gabriel. “Hay que educar a los clientes”.

Por ahora, Caribe United Farm es una empresa familiar en un terreno, pero es mucho más que eso. “Cargamos un gran peso”, dice Tamita. “Las minorías no tienen mucha presencia en la agricultura. Tenemos la motivación de demostrar que podemos hacerlo”.

Ellos creen que si consiguen demostrar que pueden vivir de esto, convencerán a otras personas para que sigan sus pasos. “Como integrantes de una minoría, representamos a nuestras comunidades en la industria”, dice Gabriel. “Estamos tratando de lograr la independencia económica”.

Ante el futuro, una actitud proactiva y no reactiva

Tienen grandes planes para el futuro del negocio: la pareja quiere ayudar a impulsar la adaptación de la industria agrícola. Gabriel lo explica así: “Me gusta explorar nuevas formas de vender, nuevas estrategias. No somos solo agricultores, también somos empresarios”.

Con sus planes de comprar más tierras, enseñar a los niños de la zona cómo vivir de la agricultura, cultivar productos locales y reforzar las mejores prácticas agrícolas frente a un público cada vez más educado, el futuro de Caribe United Farm parece prometedor.

“Pero sin perder el toque caribeño”, insiste Tamita.

''Can-Am me cambió la vida.''

La agricultura se lleva en la sangre

Cuando vivía en Puerto Rico, Gabriel conocía Can-Am solo por referencias musicales, pero nada más tenía una vaga idea de la marca. Can-Am se volvió algo tangible para él recién cuando se mudó a Georgia y se subió a un Defender. “Me cambió la vida”, dice. “Somos la envidia de la familia y los amigos”.

En los últimos meses, la pareja se dio cuenta de lo mucho que simplifica sus jornadas un vehículo side-by-side diseñado para el trabajo agrícola. Tamita explica que, por ejemplo, cambiar de una carretilla a un Can-Am Defender para alimentar a los animales ha sido “una ayuda increíble”.

Descubrieron también que los vehículos todoterreno pensados para la granja funcionan igual de bien en el bosque, donde fueron varias veces a dar unas vueltas. Para Tamita, estos vehículos son “un antes y un después”.

Y agrega: “Cuando te digo que nos ha sido de gran, gran ayuda…”.

No termina la frase, pero no necesita decir más.

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